1/1/12






A veces siento que me estoy balanceando en un vértice, bailando sobre las esquinas de los caminos de mi vida. Esos cruces, donde a veces, pensando que no decido nada me lo estoy jugando todo.




¿Qué quiero hacer? ¿Qué me gusta verdaderamente? ¿Para qué lado va esta carreta de la que , quiera o no, llevo las riendas?



En esos segundos no miro para donde sopla el viento, ni hago muchas preguntas. Sólo me paro derecha y siento, con el estómago, con el corazón. Respiro profundo y me lanzo a la ruta sin mirar atrás, sabiendo que esa decisión me dibuja y determina. Consciente de que nuestro espacio nos cobija y nos inventa.
Al final del día, las pequeñas decisiones son las fundamentales, nuestro futuro lo vamos forjando a pulso o sólo seremos una mixtura de muchas casualidades. Un mosaico armado a gusto del consumidor, una figura hueca, cómo un hueso sin substancia.



Hay cosas que quiero explicarme aunque ahora no pueda, hay sueños enredados como ovillos que se entrelazan con mis pensamientos secretos. Tengo la certeza de que vendrá de nuevo por mí algún día el desasosiego y quiero que me encuentre en paz. No será la lógica la que me salve, no será la cabeza, será la paz. Porque donde ella esté nada más podrá alcanzarme.
Porque donde la paz esté también estaré yo, plena y feliz, recorriendo en calma mis caminos torcidos.



Micaela del Alba