4/3/08

Tu Dulce Compañía I



Apenas recibí la noticia de mi nueva ahijada supe que se me venía duro, hace mucho tiempo que no me dedicaban un caso de tiempo completo; pero mejor partamos desde el principio. Estaba de turno en el cielo uno de esos sábados un poco monótonos cuando un hecho sin precedentes alteró la natural calma celeste. Ariadna el hada madrina había apelado al tribunal Supremo de redistribución, para renunciar a la tutela familiar que había sostenido por más de diez generaciones. Su argumento era indiscutido, esa tarde había leído dentro de los ojos almendrados de Macarena , que ella nunca se iría de las fiestas antes de las doce de la noche , ni menos bordaría en punto cruz las iniciales de su amado mientras esperaba paciente que sonara el teléfono. Así es que si no iba a haber príncipe azul que la aguantara ¿Cuál era el objeto de un hada madrina? El caso fue largamente discutido por los miembros del tribunal, sobretodo por la conjunción astral tan particular que marcó el nacimiento y el destino de la primogénita de los García. Incluso se sugirió que tal vez este caso debía ir a abultar directamente la ya atiborrada agenda del Arcángel Gabriel; pero finalmente optaron por pasarlo al turno, eso sí con las providencias del caso, dedicación exclusiva. Así fue como terminé, absolutamente dedicado al cuidado de esta pequeña que, totalmente ajena a todo el revuelo que había causado, sonreía desdentada desde su cuna.
Los mismos ojos que ahuyentaron al hada madrina fueron los que me conquistaron. Macarena quería tragarse al mundo a través de esas dos pequeñas ventanitas cafés, verlo todo, sentirlo todo. Tardó muy poco en aprender a hablar, y debo confesar que hasta tuve que arrancarme un par de plumas para limpiar los rastros de la emoción que me hizo sentir su hilito de voz rezando por primera vez el ángel de la guarda, enseñada eficientemente por su padrino antes cumplir los dos años. Su infancia voló sobre mis alas, no me aparté de su lado cuando tuvo que pasar una noche en el hospital producto de la fiebre, y me hizo sufrir de lo lindo trepándose a cuanto árbol se le cruzaba en los paseos al campo. Pero dentro de todo, no hubo en ese periodo sobresaltos, excepto claro un par de rabietas en que descompuso solo con su enojo todos los fusibles de la vieja casa del abuelo o su cumpleaños número diez en que a punta de fe logró cambiar una inminente tormenta por un día de sol radiante en media hora reloj sólo pidiéndolo con todo su corazón.
Los García siempre quisieron una familia numerosa, así que los hermanos no tardaron mucho en llegar, claro que a todos ellos les designaron un ángel guardián común como se hace en la mayoría de los casos con los niños de una misma familia. Pero Macarena seguía siendo la luz de mis ojos, yo cuidaba cada uno de sus enredados cabellos como si fueran la última brizna de verdor en un desierto; por eso me sentí un poco mal cuando empezó a olvidarse de mi para transformarse en una adolescente. Y bueno… como toda chica común y corriente desde los trece hasta los dieciséis, La Maca, como le gustaba que le dijeran ahora; no hizo otra cosa que adolecer, sufrir porque no era ni rubia ni castaña, su pelo levemente ondulado se le disparaba en miles de colores inimaginados ; sufrir porque no era flaca como una escoba o alta como una modelo; sufrir porque sus ojos tenían forma de gota castaña y no estaban, como los de sus amigas, apagados en los brillos azules de la sombra de ojos que su mamá, muy atinadamente a mi juicio, no la dejó usar hasta los diecisiete. Y así llegamos finalmente a los diecisiete, un poco antes de su fiesta ella se dio cuenta de que con esos ojos benditos y su sonrisa podía iluminar el mundo para ella y para los demás, entonces volvió a recordarme y a darme las gracias constantemente a mí y al jefe por cuanto se le había dado. Que no era poco.
Entré con ella orgulloso a su primer día de universidad y no me importó perderme la vigésimo segunda convención que San Pedro daba para regalarnos tips que llevarían a nuestros protegidos directo al cielo; siempre pensé que la Maca se iba a ganar sola su puesto en aquel lugar. Lo que no sabía es que no iba a resultar tan simple.
Al principio me di cuenta de que la Universidad no era el mejor lugar para dejarla todas las tardes, porque en cuanto me descuidé por trámites urgentes con un par de ex pupilos en el purgatorio, la encontré bailando arriba de una tarima para la semana mechona, candidata para no se que cosa, dándole el teléfono a algún malintencionado en el enorme patio de la facultad.
Esta bien, tal vez fueron un poco mis celos, pero desde que empezó a cruzar miradas con ese tal Esteban la cosa no me gustó nada. De partida él era un personaje falto de alegría, el gris se había apoderado de sus ojos y de sus gestos. Cuando indagué en sus antecedentes me di cuenta que era el ex protegido de un ángel caído esperando ser reubicado, lo que a su edad significaba que pese a su bautizo, y de no mediar confirmación estaría entregado un año por lo bajo a la buena de Dios, que aunque no es malo, por que el jefe si que es bueno; sin duda no es lo óptimo. Así fue como confirmé que si este personaje se fijó en la Maca fue sólo para ver si le podía robar algo de esa aura maravillosa y despreocupada de amor por la vida.
Traté entonces de hablar con Macarena a través de sus sueños, pero en vista del mal uso de esta vía de comunicación por parte de ciertos colegas con poco criterio , los formularios que tenía que llenar eran tan numerosos que para cuando tuve la autorización en mi mano la Maca y Esteban llevaban dos meses de pololeo, claramente los sueños ya no eran una salida. De todas formas guardé el salvoconducto a su inconsciente porque tuve el bendito presentimiento de que podía necesitarlo más adelante con suma urgencia. Y bueno, después de un tiempo de infeliz pololeo y muchas lágrimas con sabor a amareto que casi le destiñeron a mi pobre niña sus ojitos de almendra, ella terminó con él.
Y terminó no porque no lo quisiera, ni porque se había resignado a perderlo dentro de la niebla gris, todavía estaba esperanzada de hacerlo brillar con luz propia e iluminar su semblante. Pero por suerte antes de tirar a la basura su último pedazo de dignidad y sentido común en un gesto iluminado, recordó a su gentil servidor y me pidió la fuerza necesaria para conservar al menos eso y dejarlo ir. Como esto es maravillosamente simple y al que pide de corazón se le da, esa noche estuve al pié de su almohada recitando hazañas infantiles y momentos felices para despertar su amor propio, dormido en una esquina de su alma tan angustiada; tomé su mano, con la misma dedicación con que la sostuve que hace ya más de diez años en ese frío hospital. Valió la pena el sacrificio de mis horas de sueño porque logré sacar a Esteban finalmente de su vida. En todo caso, los problemas estaban recién empezando.
Al principio no me di cuenta del cambió porque en verdad fue imperceptible, esta bien, tal vez esa noche se me había pasado la mano con lo del amor propio, porque después de terminar con Esteban la Maca paso una semana mirando a los demás por debajo de su hombro como si les hiciera el favor de dirigirse a ellos, pero tal vez era solo una forma de disfrazar la pena, así que cometí el error de dejarlo pasar. Pero empecé a notar que todo a su alrededor empezaba a apagarse, primero fueron las plantas de su departamento, luego se incrementaron levemente las peleas entre sus hermanos pequeños, y cuando el señor del almacén comentó a su salida que esta niñita no daba ni las gracias hace más de un mes, me di cuenta que la cosa se había puesto fea. Hasta entonces no había comprendido cabalmente cual era la razón de fondo de la dedicación exclusiva a esta pequeña que no era aparentemente ninguna santa de tomo y lomo ni un alma particularmente iluminada. Fue entonces que recordé lo de la conjunción astral y revisé con más cuidado nuevamente su expediente. La Maca nació en el preciso momento en que la luz y la oscuridad estaban en exacta proporción y equilibrio, esto solo pasa una vez cada doce mil años y quiere decir que su corazón es una pieza clave en la batalla entre las fuerzas secretas del universo. Esto no quiere decir que ella pueda redimir al mundo o condenarlo, esa es tarea solo para los elegidos supremos y el mismo Dios. Pero ella puede inclinar la balanza de una cantidad impensada de almas, una pequeña buena acción como un efecto mariposa, puede llegar a lograr la paz en algún rincón del belicoso medio oriente; y uno de sus desaires puede condenar a vacuidad a un par de personas tristes propensas por naturaleza al vacío. Yo estaba al tanto de este antecedente pero lo fui olvidando porque el bien estaba gravado como un sello sobre su sonrisa, y si alguna vez había hecho una maldad, cabía más como travesura que como real acto mal intencionado. Pero no dar siempre las gracias ya era grave en una persona normal y en ella podía traducirse a la larga en una catástrofe.
Los meses pasaban y la Maca no mejoraba, hasta le hice el favor de aceptar horas extraordinarias para arreglar con el respectivo ángel de la guarda un encuentro casual en el metro con quien resultaba, en ese momento, perfectamente complementario para sacarla de este estado a punta de besos de miel. Pero ella no lo vio porque estaba ocupada estudiando para el examen final de algún ramo sin importancia; solo tendría que haber cruzado una mirada con él para ver dentro de sus ojos verdes la luz de un mañana mejor. Pero no resultó, ella ya no vibraba naturalmente en la sincronía universal del amor, y yo estaba por eso mismo cada vez más impedido de colarme en sus presentimientos y sensaciones. Era una impotencia terrible, ver como sus pensamientos vagaban volubles e inconstantes sin detenerse ni un minuto para recordarme. Mi última carta eran sus amigas del colegio, hoy en la tarde iban todas al Bar-Casa ojalá alguna notara la cada vez más notoria diferencia en su trato. Pero todas estaban felices de verse y tan ocupadas narrando cada una su historia, que no se dieron cuenta de mucho. Aunque no se veían muy seguido su amistad continuaba intacta, les gustaba mantenerse aunque fuera vía mail informadas de todo. Más tarde llegó la hora de los brindis, el primero propuesto por Sofía:
-Amigas, propongo brindar por la valiente actitud de la Maca que por fin terminó con el cacho de Esteban –Todas se rieron y se prepararon a levantar su copa-
-Mejor que eso, dijo la Maca. Brindemos porque ya no creo en el Amor.-Supongo que tenía que ver con los Amareto sour que llevaba, pero aun así las demás la miraron un poco desconcertadas, pero no bajaron la copa.-
Yo estaba horrorizado, cuando escuché el tintinear de las copas no podía parar de pensar en la cantidad de repercusiones que tendrían esas palabras, niños que pierden la ilusión en la navidad, padres que pierden la ilusión en el porvenir, ni hablar de la caridad que no alcanzó a manifestarse en por lo menos una docena de manos despreocupadas. Todavía no terminaba de calibrar esto cuando sentí un tirón inesperado en mis alas, me estaban jalando desde arriba. Esto si no me había pasado en toda la vida, la que en mi caso es bastante larga, así que me di cuenta de que la Maca se había metido en problemas más grandes de lo que yo pensaba.
En menos de lo que canta un gallo estaba yo ante el tribunal Superior Supremo con el Arcángel Gabriel presidiendo y Ariadna el hada madrina como principal inquisidora.
-Ángel Vicente, ha sido usted citado a este tribunal por el grave comportamiento de su única pupila, del que acaba de ser Testigo presencial. ¿Tiene algo que decir en su defensa? –El presidente del tribunal sonaba lejano y seco, como el eco de un disparo.-
-Su excelentísimo Arcángel, solo puedo decir que Macarena es joven, no tiene idea de la proporción de su afirmación, y además…
Ariadna interrumpió molesta se ve que se había amargado de la ociosidad, cada vez menos niñas nacen con la estrella de un príncipe azul tradicional en su futuro y las princesas son cada vez menos, así que no le quedaba mucho trabajo por hacer:
-De lo que no tiene idea es de las consecuencias de su afirmación, porque esta chiquilla nació díscola y no se le va a quitar. personalmente sugiero que hay que trasladarla a la otra dimensión con urgencia antes de que cause más daño, se ve que su conjunción astral le quedó grande, de hecho si hoy la llevan de vuelta en auto tengo el ojo puesto en una circunvalación sumamente accidentada. Es la única forma de evitar el mal mayor, y con sus antecedentes solo tendría que pasar un par de décadas en el purgatorio antes de su merecido descanso eterno, y eso es sacarla bastante barata por haber negado al Jefe.
Pero yo no iba a rendirme tan fácilmente, si mi pupila de tiempo completo se iba al purgatorio, ahí si que tenía que quedarme como ángel del turno por una eternidad, literalmente. Y no me la iba a ganar una cobarde que la tiene tan simple como hacer calzar un par de zapatos de cristal, así que armé mi argumento en tiempo record.
-Su excelentísimo arcángel, estoy seguro de que Macarena no tuvo ni la menor intención de negar al Supremo, en su cabeza no esta todavía completo el concepto de Amor, esa era una clara alusión a Esteban cuyos antecedentes todos conocemos y no es necesario traer a colación. Opino que bastará con una pequeña medida represiva, como hacerla pasar un susto al cruzar la calle, sería un exceso ir más lejos.
Ariadna contraatacó:
-No es posible que en ella esto pase solo con una advertencia, todos sabemos que su actitud esta causando estragos en toda la balanza cósmica, es cierto que toda vida es preciosa y acá estamos hablando de evitar el mal mayor, además tampoco se trata de condenarla, el purgatorio no es tan malo. Están discutiendo ahora mismo si le ponen Internet para Hallowen. Todos Sabemos que la negación del amor es un sacrilegio gigante.

Entonces al fin se me iluminó la ampolleta, con una afirmación inapelable:

-¿No fue el mismo San Pedro, que sostiene las llaves del cielo, el que negó al Mesías tres veces?-Un murmullo se apoderó de todo el salón- Yo no pido más que una prórroga, una oportunidad. He velado sobre la almohada de Macarena García por veintidós años y puedo afirmar sin lugar a dudas que en un mes más ella puede enmendar su actitud.
El Arcángel Gabriel estaba perplejo y el jurado no paraba de discutir acaloradamente. Al fin al cabo de media hora tenían listo el veredicto, que señalaba lo siguiente:
-Estimados presentes-comenzó a leer Gabriel- Hemos considerado las afirmaciones de Ariadna como fiscal, y es innegable que tiene un grado de razón al afirmar que la presencia de Macarena en el plano Carnal, dadas las circunstancias, se ha tornado, por decir lo menos riesgosa. Pero el tribunal no puede desconocer el brillante argumento sostenido por el Ángel del turno Vicente, ni dudar del conocimiento de su única pupila. Dicho lo anterior sería injusto de nuestra parte condenar en esta audiencia a Macarena al purgatorio, pero nos es imposible conceder el plazo solicitado, sobretodo considerando la cantidad de conquistas que el lado oscuro ha hecho últimamente.
Por lo tanto hemos decidido que como ángel de la guarda de Macarena García, tienes exactamente una semana Vicente para hacerla declarar públicamente su amor a alguien a algo o la vida, mediante lo cual queda reparado el sacrilegio de hoy.

Finalizó la sentencia con un martillazo en el podio antes de que yo pudiera decir ni gracias. En un segundo estube de vuelta en el bar, justo cuando pararon de sonar las copas, en el preciso instante en que había sido llamado ante el Tribunal. Mi estómago me pesaba con una terrible amenaza. ¿lograría yo que Macarena no solo volviera a creer en el amor, sino que lo declarara públicamente? Y como si esto fuera poco, tenía solo una semana, o sea 7 días o 168 horas, como prefieran verlo.
Aquí empieza realmente la parte interesante de la historia...